viernes, 12 de diciembre de 2008

Serie sobre la Constitución y Preámbulo

Con muchísimo retraso –pero con mucha ilusión– acepto la invitación del amigo Republica Rojigualda para integrar el equipo de este blog. Y lo hago iniciando una serie de entradas sobre la Constitución, ahora que llevamos ya 30 años y varios días de bola y cadena desde que se aprobara la norma fundamental, ésa que anida en el corazón de la democracia que «no debe de ser tocada por el bisturí de…» (¿se acuerdan ustedes?). Pues eso. Así que sin más preámbulos, damos inicio al comentario del


PREÁMBULO


La Nación Española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

  • Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las Leyes conforme a un orden económico y social justo.
  • Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la Ley como expresión de la voluntad popular.
  • Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.
  • Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.
  • Establecer una sociedad democrática avanzada, y
  • Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente CONSTITUCIÓN


(Declamado) Queridos hermanos, amigos míos, ¿no es verdad que éste es un hermoso texto? (Normal) Sólo le faltó decir que «cada ciudadano de a pie tiene derecho a encontrar la felicidad», o poco menos. El texto se lo debemos a la inspirada pluma del profesor Tierno Galván, el mismo que fuera el alcalde de la movida madrileña (sin playa, claro). El mismo al que posteriormente Juan Barranco tributaría un sentido homenaje tildándole de viejo profesor (el aludido devolvió el cumplido bautizando a su vez al susodicho como Juanito Precipicio).


¡Ah, qué tiempos aquellos en los que todo estaba por hacer! El españolito se sentía libre porque le habían dicho que se había muerto el dictador (nos lo anunció en la tele la voz campanuda de Arias Navarro) y que había que estar alegres porque ahora vendría la mococrasia. Y España entera se aprestaba a recibir a la democracia como ésta se merecía: como el pueblecito andaluz de «Bienvenido Mr. Marshall»…


¡Ay, democracia,
te recibimos con alegría!
¡Viva mi mare,
viva mi suegra y viva mi tía!


Y no era para menos. Dejó de existir la censura (eclesiástica, al menos; luego volveremos sobre ello) y el destape se asimiló al «progreso cultural» (siempre que fuese por exigencias del guión. Dejó de oírse la cantinela de muchos plumíferos mediocres que cuando vivía el dictador decían: «Si no existiera la censura, yo sería capaz de escribir una tercera parte del Quijote». Luego resultó que ni la tercera, ni la mitad. No tenían grandes obras guardadas en su cajón esperando mejores tiempos.


Fueron los tiempos en que muchos sacaron su carnet del Partido, que bien guardadito lo tenían después de haber jurado –o mientras juraban– fidelidad a los sacrosantos Principios del Movimiento Nacional. Tocaba cambiar de camisa vieja a chaqueta nueva; y después de un breve cursillo de «cómo ser demócrata en diez días», ahí les veías, con su carnet en la boca, como si fuera bula papal. Pero, ¡qué carajo! Teníamos democracia y todo estaba permitido.


Claro que también hubo a quien no le gustó nada esa «deriva democrática». Algunos militares se significaron en contra, como por ejemplo el almirante Pita da Veiga y el búnker regimental, que era al mismo tiempo militar y civil. A Suárez hay que reconocerle el mérito de haber sabido navegar en aquel mar embravecido que era la política de entonces, en el que cualquier error de bulto hubiese significado el naufragio y la vuelta a los palos. Hay quien discute que esa Transición fuese «modélica» y tal vez hilando muy fino tenga razón. Así se puede leer, por ejemplo, en el libro que Luis Herrero ha escrito sobre Suárez. Libro escrito desde el conocimiento de la persona y desde el afecto; pero libro también en el que el autor no deja de plantear sus dudas acerca del «generoso comportamiento» de algunos líderes políticos de entonces. Pero para el común de las gentes, la Transición política fue un proceso en el que se transitó desde una dictadura militar (últimamente dictablanda) a un sistema democrático representativo (al menos sobre el papel) sin tiros de por medio. Espíritu que reflejaba muy bien la conocidísima canción:


Libertad, libertad,
sin ira libertad,
Guárdate tu miedo y tu ira…


(Digo yo que la canción podría volver a ser un éxito si algún productor avispado saca una versión hip-hop, estilo musical de moda al parecer en los Ministerios…)


Otra consecuencia de promulgar una Constitución fue que África dejaba de empezar en los Pirineos –así decían nuestros chers amis de la France–. Y que nos acercábamos a donde se cortaba el bacalao. Estábamos en crisis energética gracias a los tortazos entre moros y judíos, ETA era por entonces un problema importante, máxime cuando en aquel entonces los terroristas tenían su santuario en casa de nuestros «queridos amigos franceses» y el PNV se ofrecía como «solución al conflicto vasco» (sólo después hemos sabido que el nacionalismo presuntamente democrático no es parte de la solución, sino del problema). Pero, ¡qué carajo! Teníamos democracia. Creíamos entonces que «hablando se entiende la gente».


Yo estoy cada vez más convencido de que, a pesar de todos los problemas que había entonces, aquellos cuatro primeros años de andadura constitucional (1978-1981) fueron la única democracia que hemos disfrutado en España digna de tal nombre. ¿A ustedes qué les parece?

10 comentarios:

Caballero ZP dijo...

¡Hombre! Tierno Galván, el de la famosa frase, “ Rockeros, el que no esté colocado, que se coloque... y al loro!
Saludos

Republica Rojigualda dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Republica Rojigualda dijo...

Lamento disentir, Aguador. Yo creo que España no ha tenido democracia ni entonces, por la sencilla razón de que la constitución del 78 no es democrática: no tiene el contenido mínimo exigible que necesita una democracia, ni fue elaborada con procedimientos democráticos y ni siquiera fue elaborada por demócratas.

¿Que la Transición sirvió para reconciliar a los españoles y evitar una guerra civil? Quizá, pero nunca sabremos lo que hubiera pasado si los acontecimientos políticos a la muerte de Franco hubieran sido otros. Lo que está claro es que teniendo en cuenta la situación actual del régimen del 78, podemos afirmar, con miedo a que nos señalen y nos insulten, pero sin miedo a equivocarnos, que la Transición no fue lo que se dice “modélica”.

Imperator dijo...

No hay que olvdar que los primeros en hacer querer ver que la Transición fue modélica son los que viven del cuento desde entonces. Sorprendería comprobar cuantos diputados, senadores, directivos de empresas públicas y demás lo son desde tiempos inmemoriales, esto es desde hace 30 años mínimo.

Un asunto importante y que debería salir a colación es el tenebroso asunto de las lagunas sobre el 23-F del que tanto se ha hablado y que para mí es más misterioso que el triangulo de las bermudas.

Salutación.

Aguador dijo...

Amigos todos:

Aun siendo muy razonables y pertinentes vuestras observaciones, yo he preferido centrar el comentario más "a ras de suelo", en lo que yo sentí a pesar de mi corta edad (11 años en 1978). Probablemente tampoco en cada territorio la percepción no fue igual y por eso se agradecen vuestros matices.

Respecto al comentario del amigo RR, me gustaría que especificara un poco más eso del "contenido mínimo exigible" en una democracia, porque grosso modo no soy capaz de ver a qué se refiere exactamente. En lo que sí estoy de acuerdo (y ésa sera una de las ideas-fuerza de los próximos comentarios), no pocas veces se ha incumplido la Constitución y que quien más exige su reforma es quien menos la ha cumplido.

En cuanto al comentario del amigo Imperator, no sé si alguna vez llegaremos a saber toda la verdad de lo que ocurrió en ese fatídico 23-F.

Saludos,
Aguador

Republica Rojigualda dijo...

"que quien más exige su reforma es quien menos la ha cumplido."
¡Qué va, Aguador! Es al revés, como ya dije en mi último artículo. Es Zapo quien no quiere reformarla, es decir, precisamente quien mas la incumple es quien menos quiere que se cambie y más se empeña en hacer pasar la Transición como modélica, como bien dice Imperator.

Republica Rojigualda dijo...

En cuanto a la falta de contenido democrático, yo propuse un meme en el que preguntaba si España es una democracia y tú dijiste, como casi todos los que lo respondieron, que no lo es.

Es decir, si está vigente la constitución del 78 y España no es una democracia, eso significa que esa constitución no es democrática.

Piru dijo...

Había un sentimiento (más bien una distorsión cognitiva) de libertad. Quizás el deseo de ver finalizada la dictadura nos hizo creer en una realidad de libertad ficticia, valga la aparente contradicción. Desde luego, democracia, ni ahora ni entonces. La democracia, como término absoluto, es una utopía en sí misma. Podemos aspirar a conseguirla y podremos acercarnos a ella cuando poder elegir o mandar a casa a nuestros representantes no sea una quimera. Es decir, lo primero, listas abiertas.
Un saludo

Republica Rojigualda dijo...

Hombre, Piru, no creo que la democracia sea una utopía, prueba de ello es que hay países (pocos) que son auténticas democracias. Aunque es cierto que la mayoría de los que se dicen democracias (sobre todo en Europa) son en realidad partitocracias.

Yo ni siquiera pido listas abiertas (que sería recomendable) o república presidencialista, me conformo con que haya separación de poderes ¿es mucho pedir?

Piru dijo...

Me refería a que la democracia, como concepto objetivo universal es inalcanzable; es algo abstracto. La esencia de la democracia, es decir, los sujetos que la conforman, le dotan de subjetividad. Es más, por eso mismo, los vendedores políticos de alfombras (la Constitución también lo hace,)para intentar que los súbditos crean que no lo son, se dedican a ponerle a la democracia apellidos: popular, orgánica, avanzada, liberal (¡cómo si pudiera ser otra cosa!), etc.
Hablemos de grados, pues, y en eso estoy totalmente de acuerdo: habrá más democracia en la medida en que haya más separación real de poderes.